La palabra prohibida

Por esta época en la que reina la confusión y la incertidumbre, muchas personas se han dado cuenta poco a poco que el estilo de vida que se venía llevando hasta ahora no proporcionaba satisfacción más allá del momento en el que complacíamos esos impulsos de consumo y desenfreno, para después retornar, de manera cada vez más veloz, a ese vacío perenne al que tanto se teme. Como consecuencia, hay cada vez mayor demanda de una perspectiva diferente y que no se base únicamente en lo material para encontrar alguna respuesta satisfactoria.

Sin embargo, cuando se menciona la palabra «espiritualidad» o «espíritu», los potentes rezagos de la educación judeo-cristiana que la mayoría de nosotros ha recibido, generan un rechazo casi automático, porque asociamos este término con «religión», «dogma» o «la ley del karma». Nada más lejos de la verdad. Si bien es cierto que esta expresión se ha asociado tradicionalmente con aquello incorpóreo perteneciente a una entidad superior, es importante tener en cuenta que va más allá de cualquier vínculo a un movimiento o corriente de pensamiento en particular y se refiere más bien a la capacidad que tenemos de conectar con toda la energía y la vida que nos rodea.

La espiritualidad necesita de «mantenimiento», porque es aquello que mantiene la coherencia necesaria para entender y sobre todo, sentir el pulso del mundo en el que vivimos. Así como alimentamos y aseamos nuestro cuerpo, es importante cuidar de nuestra espiritualidad a través del silencio, la meditación, el cultivo de aficiones que nos reconcilien con nosotros mismos y el entorno y sobre todo, mediante el contacto con otras personas que compartan los mismos intereses.

La espiritualidad no es una simple palabra: es la definición de nuestro enlace con el planeta y todo lo que en el habita. Es esa antena que nos permite percibir la vida y apreciar toda su extraordinaria complejidad y belleza.

Quédate en silencio y a solas

Es curioso ver como en estos tiempos de estrés y altísima exigencia, cada vez más la soledad y el tiempo para cada uno se ven como algo innecesario y hasta perjudicial. El apartarse del mundanal ruido es un comportamiento «altamente desaconsejable, ya que la unión hace la fuerza», dicen. Sin embargo, el exponernos cada vez más a la influencia de medios e intereses ajenos a los nuestros hace que vayamos perdiendo progresivamente la capacidad de mirar hacia adentro y encontrar aquello que nos gusta en realidad, que nos distingue de los demás y que nos permite cambiar, así sea de manera casi imperceptible, el mundo que nos rodea para convertirlo en un lugar mejor para vivir.

La creatividad es fruto del silencio y la introspección. ¿Cuantas veces se nos ha ocurrido una idea novedosa cuando caminamos por un sitio tranquilo, escuchamos música relajante o simplemente estamos sentados en algún lugar que no esté invadido por ruidos y distracciones que compiten a cada momento por llamar nuestra atención? Y en cambio, ¿cuantas se nos han ocurrido en medio de una situación de estrés, un ruido insoportable o un lugar lleno de gente que habla a la vez?

El permanecer tranquilos y a solas regularmente nos permite encontrar la esencia de quienes somos en realidad, y poder crear a placer aquella realidad que hasta ahora sólo existe en nuestra mente, compartiéndola con el mundo. No hay nada de malo con disfrutar del silencio y la soledad de vez en cuando, por el contrario, estos espacios de calma y para nosotros son el medio ideal para ir más allá de aquello que nos dicen que debemos pensar, decir o hacer.

Al principio puede que cueste, pero la práctica hace al maestro. Comenzar con 1 ó 2 minutos de soledad y tranquilidad, sin ruidos o molestias puede que parezca poco, pero es un excelente entrenamiento para ir aumentando paulatinamente este espacio propio e íntimo tan necesario en los tiempos que corren.

Y para terminar, para aquellos que no recuerdan cómo estar solos, les dejamos este vídeo explicativo. Disfruten!

httpv://www.youtube.com/watch?v=k7X7sZzSXYs